Una de las principales aficiones del protagonista es pasar el rato con su hermano fundiendo plomo, echándolo en un molde y creando soldaditos. El batallón entero está guardado en el dormitorio de los niños, bajo la cama. Pero una noche los soldados cobran vida y se llevan al protagonista al campo de batalla. Así, el chico se ve envuelto en una guerra que no entiende. ¿Cómo tomar partido por algo que le parece tan horrible? Ambos bandos, soldados de plomo y soldados de estaño, quieren convertirlo en su principal aliado. Asimismo, quieren que siga haciendo soldados para ellos. Al mismo tiempo, la guerra continúa cada vez más encarnizada. En la familia del protagonista, todos están muy preocupados porque ven que el hijo se debilita día a día. El horror sólo termina cuando la madre decide deshacerse de todos los soldados. Así, vuelve la normalidad al hogar del protagonista.