Lázaro San Martín Camino fue sencillamente cura durante cuarenta años en tres parroquias rurales. Pero ejemplifica la figura del sacerdote del primer tercio del siglo XX que, entregado por completo al cuidado espiritual y a la promoción social de sus feligreses, muy querido por ellos, corona su carrera con el martirio en la gran persecución de los años treinta de aquel siglo, llamado, con razón, el siglo de los mártires. Comenzando por el 18 de agosto de 1936, cuando su sangre empapó la arena de la playa de Gijón, la narración de su vida se remonta aguas arriba hasta los veneros de su vocación en Marcenado (Siero), su formación en el seminario de Oviedo, su destino inicial en Santiago de Sierra (Narcea), su primera parroquia en San Julián de Viñón (Cabranes) y la que conoció la madurez del pastor y la fidelidad postrera: Santa María de la O de Miyares (Piloña). El río de una generosa vida sacerdotal que desemboca en la identificación con Jesucristo sacerdote hasta el martirio. El Evangelio, hoy.
