«¿Cuál es la historia de mi vocación sacerdotal? La conoce, sobre todo, Dios. En su dimensión más profunda, toda vocación sacerdotal es un gran misterio, es un don que supera infinitamente al hombre. Cada uno de nosotros sacerdotes lo experimenta claramente durante toda la vida. Ante la grandeza de este don sentimos cuán indignos somos de ello». «Estoy convencido de que el sacerdote no ha de tener ningún miedo de estar "fuera de su tiempo", porque el "hoy" humano de cada sacerdote está insertado en el "hoy" de Cristo Redentor. La tarea más grande para cada sacerdote en cualquier época es descubrir dÃa a dÃa este "hoy" suyo sacerdotal en el "hoy" de Cristo». «Me he dejado llevar con libertad por la ola de recuerdos, sin ninguna pretensión estrictamente documental. Todo lo que digo aquÃ, más allá de los acontecimientos históricos, pertenece a mis raÃces más profundas, a mi experiencia más Ãntima. Lo recuerdo ante todo para dar gracias al Señor: Misericordias Domini in aeternum cantabo!. Lo ofrezco a los sacerdotes y al pueblo de Dios como testimonio de amor» (Juan Pablo II).