Corren los años noventa. En el cementerio de fábricas ya nadie se encarga del mantenimiento de los tanques, depósitos y maquinarias, y empiezan a producirse fugas de gases y lÃquidos contaminantes. Esto genera plagas, mutaciones y cambios en el clima en los viejos cordones industriales. Se desatan tormentas de ácido sulfúrico que provocan gigantescos incendios y destruyen los barrios del conurbano bonaerense. En este escenario apocalÃptico, aparecen mutantes: el Hombre regenerativo, el Mano, la Mujer lagartija, el tornero que maneja un remise, el patrón de la pyme que se pone un quiosco, el obrero que junta cartón por la calle.