El mismo día en que el presidente del Gobierno declaraba el estado de alarma en todo el territorio español con el fin de encarar la situación de emergencia sanitaria provocada por la COVID-19, aparece en plena calle de una urbanización turística de la costa gaditana ocupada casi en su totalidad por segundas residencias, el cadáver de una persona a la que se le había amputado la cabeza. El inspector Núñez y sus ayudantes, la oficial Perellón y el agente Vicente Oca, serán los encargados, a pesar de las trabas que se encuentran durante las investigaciones y al uso de prácticas policiales poco ortodoxas, de esclarecer, tanto la autoría del macabro asesinato como el motivo que llevó a la persona ejecutora a cometerlo y en el que mezclan los deseos de venganza y la personalidad psicótica de un personaje oscuro. De nuevo el autor, siguiendo las palabras de Graham Green cuando dijo que ôno era un teórico ni un filósofo, sino que era un narradorö, no deja de sorprendernos con diferentes giros que se producen a lo largo de la novela, con sutiles pinceladas de erotismo y con un asombroso final.
