Algo extraño sucede en el Hotel Isabel. Varias personas están involucradas y ninguna de ellas parece tener la vida asegurada. Los visitantes extranjeros no se enteran de lo que sucede en este sitio. Ellos también han sido absorbidos por el movimiento de una ciudad que sobrepasa su imaginación. Los delincuentes se pasean a sus anchas y nadie puede detener su sonrisa. Y aún así se sobrevive sin pausas. Pareciera que los huéspedes de este modesto hotel se encuentran unidos por una misma desgracia. El DF se ha concentrado en un edificio de piedra y muchas vidas están en riesgo. El drama crece de forma silenciosa y continuada ante la mirada de Frank, el Artista Henestrosa, un hombre sin ambiciones y carente de temas y opiniones importantes. A él le ha tocado contar la historia. Muchas voces se abren paso en la novela, y si prestamos un poco de atención a lo que aquí sucede nos daremos cuenta de que en este hotel también existe un cuarto para cada uno de nosotros. Extranjeros, artistas, sicarios, actores, hombres sin un destino novelesco, todos se han reunido bajo la sombra y la luz de una ciudad que nadie podrá narrar: el Distrito Federal. Yo mismo he sido inquilino de este hotel y he puesto toda mi concentración para reconocer esas voces que cada vez escucho con más insomnio y terror. No obstante dicha zozobra soy yo el responsable de abrir esta vez la puerta a los invitados. Espero que se encuentren como en su propia casa. Guillermo FadanelliLa nueva novela de Guillermo Fadanelli nos permite asistir a los extraños sucesos del Hotel Isabel. El drama crece de forma silenciosa y continuada ante la mirada de Frank, el Artista Henestrosa, un hombre sin ambiciones y carente de temas y opiniones importantes.Guillermo Fadanelli nació en la ciudad de México en el Hospital del Sagrado Corazón ubicado en Calzada de Tlalpan. Un hospital que ha dejado de existir: ahora es un hotel. A los nueve años libra su primera pelea con los puños y un niño al que apodaban el Caperuza lo vence fácilmente. A los once años su padre lo mete a una escuela militar donde en lugar de corregirse se hace más cínico. A los trece gana su primera pelea después de un amplio historial de derrotas. A los dieciocho tiene su primer auto: un Rambler 67. Su primer viaje es a San Francisco a los veintiuno. Allí conoce a su tío Johnny, ex combatiente de Vietnam, quien lo inicia en el arte de beber galones de cerveza. A principios de los años ochenta entra a estudiar ingeniería y nunca obtiene el título porque evita entrar a clases. Aquí es cuando la literatura comienza a ser interesante para él. En ingeniería conoce a Yolanda Martínez y al lado de un grupo de amigos funda la revista Moho. A principios de los noventa cuida árboles de Navidad en la esquina de la 87 y la Segunda Avenida de Nueva York: le pagan 1 500 dólares. Después trabaja como dependiente de una pastelería en Madrid; no recibe sueldo, pero a cambio de su trabajo le dan techo y alimentos. Vive en Berlín un año y se sorprende que sirvan tibia la cerveza. También se interesa en la biografía de los Hohenzollern. En Bogotá y La Habana hace buenos amigos. En Lima deja plantada a la prensa (un diario anuncia su desaparición y posible secuestro) y en Graz va a beber con el director del Museo de Criminología. Ha publicado varias novelas y se aferra a seguir al frente de Editorial Moho. Ya casi no tiene amigos porque los ha perdido con el pasar de los años. Y parece estar muy contento.