«Necrocatalanomicón» es su capital, a la que se llega atravesando las majaradas altisonantes con las que Valero pretende solucionar los asuntos que interpreta como muy mejorables en su Cataluña natal. Valero quiere arrojar luz y arroja mierda. Mierda y luz. Bueno, una mezcla rara ¿luz marrón?. Imposible no escandalizarse con su verbo florido y algunas de sus teorías, aunque ¡horror! es posible que se sorprenda comulgando con otras tantas.