La gestiÂón del pluralismo cultural se ha convertido en una asignatura ineludible para las diferentes sociedades democrÂáticas. Los conflictos nacionalistas, los emergentes movimientos ind¡genas y los procesos de integraciÂón de los inmigrantes ponen de relieve como la multiculturalidad debe de ser fenÂómeno estudiando desde la perspectiva de los derechos humanos. Una de las caracter¡sticas de este Âámbito es la complejidad ya que se producen simultÂáneamente implicaciones entre diferentes niveles de anÂálisis lo que revaloriza especialmente el enfoque multidisciplinar. En los Âúltimos a?os, la reflexiÂón intercultural sobre estos temas ha sido abundante desde la Âóptica antropolÂógica, sociolÂógica, filosÂófica y jur¡dica. Paralelamente el d¡a a d¡a de las agendas pol¡ticas de las democracias ha afrontado cuestiones que ten¡an una vinculaciÂón explicita con las denominadas pol¡ticas de la identidad. Sin embargo, esta importante interrelaciÂón entre teor¡a y prÂáctica no siempre ha sido puesta de relieve adecuadamente, ocultÂándose, en ocasiones, en debates poco productivos con un trasfondo emotivo. Desde este prisma, surge la necesidad de una reflexiÂón seria sobre la identidad cultural y sus implicaciones, desde la correcta conjugaciÂón del binomio teor¡a y practica, con un enfoque multidisciplinar y desde una adecuada articulaciÂón en los derechos humanos.
